Fue en noviembre de 2019 cuando la UNESCO declaró el 14 de marzo cómo el día mundial de las matemáticas. Esto con el fin de generar mayor conciencia y fortalecer la enseñanza de estos contenidos, fundamentales para hacer frente a los desafíos que se presentan actualmente, como el desarrollo de la IA, el cambio climático, la eficiencia energética y el desarrollo sostenible, entre otros.
En Chile, los últimos resultados del SIMCE no resultan alentadores en esta materia. Si bien los estudiantes de todos los niveles subieron su puntaje en matemáticas con respecto a la medición del 2022, los niveles de desempeño generales son bajos. Además, se aprecia desde 4to básico una brecha de género en estos resultados, brecha que no aparece tan tempranamente en otros países.
La investigación muestra que, cuando las diferencias de aprendizaje matemático aparecen en la escuela, acompañan a las mujeres hasta la etapa de estudios superiores y el mercado laboral. Esto se evidencia claramente en Chile, donde, si bien el porcentaje ha ido creciendo durante los últimos años, solo el 30% de la matrícula en carreras STEM corresponde a mujeres. Además, las mujeres en Chile se encuentran subrepresentadas en las áreas profesionales de STEM (aproximadamente un 35% de la fuerza laboral) y reciben un menor salario que sus pares varones incluso en igualdad de labores.
El origen de la brecha de género es cultural
Francisca del Río, Directora Alterna de MEMAT, afirma que las investigaciones muestran que niños y niñas tienen las mismas capacidades de aprendizaje, así que las razones para la brecha matemática son culturales. En muchos países, desarrollados especialmente, no existen brechas de género en matemática. En comparación con otros países, estas brechas en Chile son más amplias y parten desde más temprano. La literatura muestra que la causa son estereotipos culturales que consideran que las matemáticas son más masculinas que femeninas. Así, esta creencia se traduce en acciones de crianza y enseñanza. Desde temprano, familias hacen más actividades matemáticas con los hijos que las hijas, en la escuela los docentes enseñan con mayor profundidad y desafío a los varones que a las mujeres y, ya entrando a la adolescencia, las niñas, para adecuarse al rol que se espera de ellas, dejan de interesarse por esa área.
La clave está en la formación inicial, tanto en los establecimientos académicos, como en la familia.
Algunas alternativas para hacerle frente a esta realidad, afirma M. Francisca del Río, son que durante la formación de docentes inicial se pueda presentar el problema a los futuros docentes, enseñando estrategias para el trabajarlo en el aula. Por ejemplo, que las clases de matemáticas sean observadas por otro docentes, que pueden tener una mirada menos parcial de los sesgos y puede mostrar al profesor que da la clase las diferencias que hace entre niños y niñas. Otra estrategia, es hacer de la enseñanza de la matemática un trabajo más grupal que individual. Típicamente, desde temprano, la matemática se enseña en el aula a través de ejercicios y guías individuales, en una suerte de competencia entre los pares. Esa manera es menos interesante, menos lúdica y más competitiva. Esta forma de enseñar matemática, se ha visto, aleja a las niñas de la materia y de su aprendizaje.
De la misma forma, la investigadora argumenta que las habilidades matemáticas se desarrollan desde temprano, así que los primeros protagonistas para enseñar son la familia. En el contexto del hogar se pueden hacer múltiples actividades de corte matemático. Por ejemplo, contar mentalmente en la mesa, cuántos platos? Tenedores? Etc. Se puede jugar juegos de mesa, que siempre incluyen conceptos matemáticos. Se pueden hacer recetas y contar ingredientes y sus proporciones. También se pueden identificar figuras geométricas, tamaños, etc.
Como podemos ver, el contexto nacional plantea grandes desafíos. El escenario anterior, se confirma en los resultados arrojados por la prueba PISA 2023, donde, respecto de la brecha de género en matemáticas, los niños chilenos superaron por 16 puntos a las niñas, y en la medición general, Chile presenta un 55,7% de estudiantes que no alcanzan las competencias matemáticas mínimas requeridas para participar completamente en una sociedad moderna, en contraste con el 31% en los países de la OCDE.