Por: M. Constanza Ayala.
Investigadora Joven MEMAT.
Existe vasta evidencia que muestra que las brechas socioeconómicas en habilidades matemáticas surgen a temprana edad, incluso antes de que los niños y niñas ingresen a la educación básica. El problema es que estas brechas persisten en el transcurso de la educación básica y media, lo que más tarde repercute en las trayectorias educativas y laborales de las personas.
En este contexto, los padres juegan un rol central en el desarrollo de las habilidades matemáticas de sus hijos e hijas antes de que ingresen a primero básico. Su apoyo puede manifestarse de distintas maneras, no limitándose solamente a la enseñanza directa de las matemáticas.
Una arista relevante es el factor actitudinal. Por ejemplo, en Chile se ha mostrado que los padres con mayor nivel educativo tienden a tener expectativas educativas más altas para sus hijos e hijas, en comparación con aquellos de menor nivel educativo. Estas mayores expectativas, a su vez, se relacionan con un mayor conocimiento matemático en niños y niñas. Un patrón similar se observa en padres que tienen creencias positivas sobre la importancia de la educación para sus hijos e hijas. Así, que los padres sostengan creencias positivas y altas expectativas es una manera de transmitir la relevancia de los estudios y las matemáticas a sus hijos e hijas, lo que puede contribuir a reducir las brechas socioeconómicas en habilidades matemáticas desde una temprana edad.
Otro aspecto importante es lo que sucede dentro del hogar. Algunos aspectos relevantes son la calidez en el hogar, la ausencia de actitudes punitivas, las experiencias de aprendizaje y los materiales de aprendizaje. Estudios han mostrado que padres con mayores expectativas educativas usualmente exhiben respuestas emocionales más cálidas al compartir con sus hijos/as, como hablar y escuchar a sus hijos e hijas, además de expresarles afecto. Por el contrario, los padres que recurren al castigo físico, como golpear o gritar, se asocian con un menor acompañamiento en el aprendizaje de sus hijos/as. Por ende, las respuestas emocionales y el trato de los padres hacia sus hijos e hijas son estrategias que pueden fomentar el desarrollo de habilidades matemáticas desde temprano.
Más aún, las habilidades matemáticas de los niños y niñas mejoran cuando los padres crean experiencias de aprendizaje positivas y cuentan con materiales de aprendizaje en casa. Muchas veces los padres de menor nivel socioeconómico no pueden adquirir estos materiales, pero, en vez, pueden ofrecer a sus hijos e hijas experiencias de aprendizaje significativas. Algunas actividades que los padres pueden realizar para fomentar indirectamente las habilidades matemáticas antes de que sus hijos e hijas ingresen a primero básico incluyen leer cuentos o libros de dibujos, contar las cosas que hay en la casa, contar historias o cantar canciones con estribillos que se repiten, dibujar formas geométricas, cocinar con sus hijos/as siguiendo una receta, enseñar números y enseñar letras.
En síntesis, la transferencia intergeneracional de desigualdades socioeconómicas repercute en las habilidades matemáticas de niños y niñas. Por ello, las recomendaciones entregadas pueden servir como guías para aquellos padres que, aunque no dispongan de recursos materiales, quieren apoyar la educación matemática de sus hijos e hijas antes de que ingresen a la educación básica.